Un nuevo Chile se comenzaba a construir ...
Este blog es una forma didáctica de entregar los conocimientos a los estudiantes que estén interesados en profundizar en lo relacionado a la Cuestión Social en Chile.
Así mismo mediante la literatura se busca contextualizar los duros momentos por los cuales el pueblo chileno tuvo que sobrellevar para llegar al país que hoy conocemos.
Actividad 5
Para finalizar te pediremos que escuches esta
canción a partir del minuto 7 hasta el 13, en la cual se relata la Matanza de
la Escuela de Santa María, y mientras la escuchas observa las imágenes que se
presentan a continuación, después de haber abierto este link:
Una vez vista estas imágenes y escuchado la canción, deja
tus impresiones, y gracias por haber participado.
Actividad 4
Como habrás
visto, esta actividad tratará de llevarte a un viaje a través de la literatura
y la historia, tomando como temática los problemas sociales que ocurrían en
Chile a principios del siglo XX, para esto te pediremos que desarrolles el
siguiente crucigrama:
Horizontal
3. Movimiento originado en gran parte por las
malas condiciones de los trabajadores……………
4. La cuestión social derivó en movimientos…………………
5. Este movimiento se da durante fines del
siglo XIX y principios de………………………..
6. Chile estaba viviendo un proceso de
incipiente desarrollo……………………………………
7. Del tema que trata el blog es de…………………………………
Vertical
1. Chile en ese periodo tenía una economía de
base…………………………..
2. Estado que gobernaba chile en ese periodo,
también conocido como……….....
RESPUESTAS:
Actividad 3
Para
concluir, extraeremos una nueva cita que, proveniente de Golondrina de
invierno, nos habla de las diferencias sociales que existen entre las clases
sociales altas, de abolengo y las denominadas clases inferiores, esto dado
dentro de un contexto rural “Rebeca no acudió a la mesa, a la hora del
almuerzo, y la señora Irene, interrogada acerca del malestar que demostraba, manifestó lo que había con
palabras llenas de indignación y de vergüenza, dirigiéndose especialmente a Carlos,
a quién culpó de abandonar a su hermana. Ella creía que andaban todos juntos y
ahora resultaba que la señorita se iba a coquetear con los hijos de los
administradores y a exponerse a la irrisión de sus relaciones”[1]
Este párrafo remata con la siguiente conversación
-Eso no tiene importancia, Irene. Al fin, es
una muchacha…
-Pero hay clases, Javier. Yo no digo que sea
malo que las chiquillas pololeen, pero no convengo en que se atropellen las
distancias…
Para contextualizar, Rebeca era la sobrina de Joaquín, un
senador que, como se puede apreciar, pertenecían a la clase alta, y ella había
conocido en la hacienda en la cual vacacionaban
a un poeta que era hijo de un administrador de fundo, relación que
irritó a Irene, la madre de Rebeca, que, como se lee en el primer párrafo y
posteriormente en el diálogo que se sostiene a continuación, ve con desprecio
esta relación.
Actividad: Después de haber hecho estas actividades,
reflexione acerca de las condiciones en las cuales vivían las personas,
imaginando que usted habitase en una casa de alta sociedad, y mencione cómo
viviría, quién sería y como miraría a las personas de estratos sociales más
bajas, y después realice el mismo ejercicio pero siendo usted una persona que
viva en la miseria, recree un cuento con ambas vivencias.
[1] Silva, Víctor Domingo. Golondrina de Invierno. Editorial Andrés Bello. Santiago
de Chile 1999. Pág 63.
Actividad 2
Ya
hemos visto la visión de las clases sociales altas con respecto a las personas
de clases sociales más bajas, ahora usted lea estas citas extraídas del libro
Subsole, y al igual que en la actividad anterior conteste las siguientes
preguntas una vez leído este extracto.
Al igual que Víctor Domingo Silva, Baldomero Lillo también
trata el tema de la miseria en su libro “Subsole”, en el cual da cuenta de
múltiples hechos que ocurren a las
personas de más escasos recursos, ahora bien, esta cita habla de la
transformación que tiene una mujer al recibir una herencia que la saca de la
marginalidad para establecerla en una clase social distinta, “La transformación
había sido completa. Alta, de formas armoniosas, con su bello rostro y sus
grandes ojos oscuros, era la joya de la caleta. Entonces fue cuando aquella
herencia inesperada, recaída en la madre de su novia, vino a modificar en parte este estado de cosas.
Experimentó una corazonada de mal augurio, cuando le dieron la noticia. Los
hechos vinieron a confirmar bien pronto aquel presagio. El ajuar de Magdalena
se transformó completamente. Los burdos zuecos fueron reemplazados por botines
de charol y los trajes de percal cedieron el campo de las costosas telas de
lana. Este cambio debíase en gran parte a la vanidad materna, que quería a toda
costa hacer la zafia pescadorcilla una señorita de pueblo. De aquí partieron
los primeros tropiezos para el proyectado matrimonio. A juicio de la futura
suegra, éste no debía efectuarse hasta que Sebastián fuese propietario de una
chalupa que reemplazase su misérrimo cachucho, el cual, según ella, era un
viejo cascarón y no valía tres cuartillos”[1]
Actividades:
1- Una vez hecho este
ejercicio, plantee un hecho que usted haya experimentado o evidenciado que se relacione
a la cita escrita anteriormente.
2- Ahora bien, una vez
hecha estas actividades relacione ambos extractos con algún periodo o coyuntura
acaecida en Chile a principios del siglo XX, en la cual se vea el tema de la
sociedad, la cuestión social y la pobreza.
[1] Lillo Baldomero. Subsole. Editorial Zigzag. Santiago 2003. Pág 19.
Actividad 1
Actividad:
Vincula tu vida con la literatura y la historia:
A partir de las citas que te vamos a presentar a
continuación, completa las preguntas que aparecen debajo de cada una, nuestra
idea es que puedas reflexionar acerca de los hechos que representan estos
autores, y logres relacionarlos con la historia de chile de principios de siglo XX, y también con tus propias
vivencias.
Si bien es cierto, la literatura chilena muchas veces
refleja una situación que está ocurriendo en el país, ahora bien, el caso del
libro “golondrina de invierno” de Víctor Domingo Silva, es una novela que trata
una temática romántica, en la cual un joven hacendado se enamora de una
Santiaguina, hija de un senador, cuando ellos llegan a vacacionar a la hacienda
de un amigo de este joven. La novela trata entonces de este idilio amoroso, en
la cual Jose Antonio, el joven hacendado, sufre por su primera experiencia
amorosa, cuando ve partir a Graciela, la hija del senador de regreso a la
capital, y después por su indiferencia cuando él la va a ver a Santiago.
Ahora bien, después de esta pequeña síntesis del libro,
también refleja el cómo vivía la gente en el campo, y muchas conversaciones
referidas del texto reflejan la denominada “cuestión social”, que se ve de
manera transversal en el libro. En estas podemos encontrar a dos clases
sociales, la de los hacendados o terratenientes, y también la de los
campesinos, los inquilinos, tal como se refleja en la siguiente conversación
entre José Antonio y Félix, un joven estudiante de medicina que acompañaba a
Graciela en las vacaciones.
“partió contenta la mujer y minutos más tarde José Antonio y
Félix seguían el camino.
Como pensaban regresar en
seguida –Algo les llamaba a ellos de la casa de Painahuén- No cuidaron
de despedirse. Pusieron los caballos al galope; pero pronto deseosos de
comunicarse sus pensamientos, acortaron la marcha y continuaron la conversación
que la presencia de Eudocia había interrumpido.
-
Sumamente interesante eso de la colonia- dijo
José Antonio
-
Eso era una locura. Pero estoy convencido de que
en toda locura hay algo de sensato. Claro está, dada la situación actual de la
sociedad, no se podría establecer el
comunismo en nuestros campos… Pero sí se debe mejorar la situación moral
y material del campesino. ¿no le parece a usted lo mismo? ¿no le parecería a
usted que en los campos no debería existir la miseria?
-
Indudablemente- Asentía Jose Antonio, a quien
todas aquellas cosas le sabían a nuevo.
-
El inquilinaje me parece algo anacrónico –
continuaba Félix – algo indigno de los tiempos modernos. Es un régimen que
perpetúa de hecho la servidumbre agraria de la edad media y debió en Chile ser
suprimido a la fecha de la proclamación de la república. Junto con los títulos
nobiliarios.
José Antonio buscaba argumentos
que oponer a su interlocutor, pero sólo daba con el de costumbre, el del hecho
sancionado por siglos de práctica inveterada. El, piadoso y justiciero en el
fondo, nunca se había detenido a
preguntarse en virtud de qué ley superior la tierra estaba repartida entre unos
pocos, que no siempre la explotaban, pero que recibían lo mejor de sus
rendimientos de cada año. El no ignoraba que había en la capital muchísimos
señores que se daban una vida magnífica, gracias al trabajo obscuro y rudo de
los que en el fondo de las provincias consagraban todas sus energías a la
tierra, pendientes de la temperatura, de los insectos, de los vientos y las heladas, batallando contra enemigos
implacables.
-
La verdad es –pensó- que la tierra debe
pertenecer a quien la trabaja.”[1]
Como se puede leer, la literatura chilena toca estos temas
de manera transversal, esta es una novela romántica, pero toca la temática de
las desigualdades sociales, en consideración de lo anterior, responda las
siguientes preguntas:
1- ¿Si bien es cierto
la cuestión social es un movimiento que se desarrolla en las ciudades, que
relación se puede establecer entre lo que ha leído, y la problemática que
estaba surgiendo en esa época?
2- ¿Qué comprendes tú
por miseria?
3- ¿Crees que ha
cambiado la situación de la cual habla el texto con relación a como se vive actualmente?
[1] Silva, Víctor Domingo. Golondrina de Invierno. Editorial Andrés Bello. Santiago
de Chile 1999. Pág 68
LA CUESTIÓN SOCIAL EN CHILE (1880-1920)
No se puede decir que
la pobreza y las desigualdades sociales surgieron en el país en la década de
1880, como tampoco que han desaparecido en la actualidad actual. Sin embargo,
ya desde finales de siglo XIX muchos elementos se conjugaron para transformar
los problemas sociales en una “cuestión social”, tales son, un contexto
económico capitalista plenamente consolidado, caracterizado por una
industrialización y un crecimiento urbano desmedido que aumentaron las
malas condiciones de vida de la población; una clase dirigente que no
tomaba en cuenta los problemas y demandas de la clase baja; y, por último, una
clase trabajadora que ya no estuvo dispuesta esperar que el Estado
oligárquico solucionara sus problemas.
A lo largo del siglo XX, se escribió una buena cantidad de
literatura, especialmente de novelas que van dando cuenta de la realidad de la
época sobre todo de la clase baja, la que vivió en los conventillos y sufrió
las consecuencias de las desigualdades. Estas novelas son una buena fuente para
conocer esta realidad, y empaparse del contexto histórico, autores como
Baldomero Lillo, Pedro Prado, Alberto Romero, Nicomedes Guzmán, Victor Domingo
Silva, entre otros, se encargaron de escribir desde esta realidad de la que
estamos hablando.
El crecimiento económico generado por la industria minera
instalada en la zona norte del país fue fecundo para la acumulación de grandes
fortunas entre los empresarios chilenos y para que el Estado pudiera
desarrollar una vasta red de obras públicas, veamos por ejemplo el paseo de una
familia pudiente chilena para esta época en contraste con la población de clase
baja: “Las familias más pudientes iban en grupos a dar un paseo por el centro
de la ciudad. Otras se lanzaban a la quinta, al parque, donde el pasto recién
lavado, oloroso, fresco, da una impresión de libertad y amplitud. Los
dechorradores, los arribistas de la cité, como quien dice, alquilaban un auto o
una victoria del servicio público y salían a causear bajo los árboles de alguna
de esas quintitas de recreo que hay en los alrededores de Santiago”[1].
Sin embargo, la mayor parte de la población chilena no recibió los beneficios
del progreso económico; por el contrario, tras la fastuosa imagen de los
capitanes de la industria chilena, se escondía una dura y trágica realidad
social.
En primer lugar el despegue de la economía chilena implicó
el surgimiento de una serie de oleadas migratorias desde el campo a la ciudad,
o en su defecto desde el campo a las oficinas salitreras del norte del país. En
la Viuda del Conventillo podemos citar un ejemplo: “Juan de Dios se quedó callado, y al otro día, sin decir agua va,
emprendió viaje al norte, en un enganche de obreros destinado a la Compañía
Chilena de Salitre”[2].
Las
grandes urbes chilenas no estaban preparadas para recibir los repentinos y
vastos flujos de población proveniente del campo, y debido a la escasez de
viviendas, los recién llegados a los centros
urbanos se debieron instalar en las inmediaciones de las industrias y se
ubicaron en habitaciones precarias y deficientes.
De esta forma surgieron algunas de las tradicionales
viviendas chilenas como los “cuartos redondos”, los “conventillos”, los
“ranchos”; los primeros de ellos, eran habitaciones sin luz ni ventilación en
las que se ubicaban todos los miembros de un grupo familiar; los “conventillos”
eran complejos de viviendas compuestos por un conjunto de habitaciones que se
disponían a ambos lados de una calle interior que servía de pasillo;
finalmente, los “ranchos” eran precarias construcciones realizadas a base de
abobe y con techumbres de paja.
En la obra de Pedro Padro, Un juez rural, podemos rescatar
el ambiente de un rancho: “… Y más lejos
una sencilla casa inconclusa, los vanos de puertas y ventanas defendidos por
adobes aperchados; y aquí un rancho miserable sobreviviente de antiguos
tiempos; y más allá retazos de terreno ofrecidos en venta en grandes y viejos
letreros descoloridos. Y dispersas por las amplias calles, cubiertas de cardos
e hinojos, con zanjas profundas a manera de cunetas, nuevas construcciones
tristes o absurdas, coronadas de humillos azules, formaban ese arrabal
desolado, último límite de la ciudad”[3].
Las pésimas condiciones habitacionales y el extremo
hacinamiento eran factores que elevaban considerablemente las posibilidades de
multiplicación de enfermedades pandémicas, a lo que se agregaban problemas de
alcantarillado, dificultades para la evacuación de aguas servidas, y complicaciones
severas en la extracción de la basura.
“La clientela de la Gloria está
formada en su mayoría por ese mundo que vive como las ratas, en los escondrijos
y subterráneos sociales; gentuza que se muestra a la luz de las calles decentes
en los días de catástrofes o revueltas; residuos del mundo inorgánico que flota
por los arrabales de las poblaciones”[4].
Esta compleja situación en materia de salubridad pública
derivó en la aparición de enfermedades asociadas a las malas condiciones
higiénicas como la peste bubónica, la tuberculosis, la difteria, la neumonía y
otras. “¡Si se pudiese penetrar las
tinieblas, arrancarles el secreto de lo porvenir! quién sabe, entonces, si
fuera mejor que aquel pobre ser no naciese nunca a la luz del mundo! Extirpar
el brote vicioso, es evitar que se desarrolle una planta para la peste y la
carcoma”[5].
El delicado panorama
que debían enfrentar los bolsones de campesinos era completado con la
propagación de enfermedades de contagio sexual y con una alta tasa de
alcoholismo en la población.
Las
pésimas condiciones que debían enfrentar los obreros de las ciudades, no
diferían en mucho con las que debían lidiar los mineros del salitre en las
oficinas del norte del país; de hecho, sus precarias habitaciones eran
construidas con un componente metálico denominado calamina, el que hacía a las viviendas de los mineros casi inhabitables
puesto que por el día no aislaban las altas temperaturas, y por las noches no
protegían a los trabajadores y sus familias de los inclementes fríos desérticos.
La situación sanitaria también era deficiente debido a la carencia de
profesionales de la salud para atender a una masa de población en constante
aumento.
En el aspecto laboral los obreros industriales y los mineros
del salitre se hallaban aún más desprotegidos, ya que no existía una
legislación al respecto y los abusos patronales eran perpetrados cotidianamente
en las industrias y en las oficinas salitreras. Para el periodo de la llamada
República Salitrera no existían los contratos de trabajo ni menos los sistemas
de previsión; por el contrario, eran usuales las jornadas laborales de 14 horas
de duración.
“Agotadas las fuerzas la mina
nos arroja fuera como la araña arroja fuera de su tela el cuerpo exangüe de la
mosca que le sirvió de alimento! ¡Camaradas, este bruto es la imagen de nuestra
vida. Como él callamos sufriendo resignado nuestro destino! Y, sin embargo,
nuestra fuerza y poder son tan inmensos que nada bajo el sol resistiría su
empuje”[6].
Las paupérrimas condiciones laborales eran aumentadas en las
oficinas salitreras a través del sistema de fichas, el que implicaba que a los
mineros no se les cancelaban sus remuneraciones con dinero de curso legal, sino
que por medio de fichas confeccionadas con diversos materiales que servían como
instrumento de pago en las pulperías emplazadas en cada oficina; lo paradójico
del asunto es que las pulperías eran de propiedad de las mismas salitreras, lo
que en la práctica significaba que el producto del trabajo de los mineros era
acumulado en última instancia por los dueños de las propias salitreras.
Las nefastas circusntancias sociales y laborales en las
ciudades, pero especialmente en las oficinas salitreras, originaron la
aparición de un conjunto de organizaciones y movimientos sociales que agrupaban
y que canalizaban las demandas de los obreros y mineros. Estas organizaciones
se sumaron a las ya existentes como la Sociedad Unión de Tipógrafos, fundada en
1853 en la ciudad de Santiago y a la Sociedad de Artesanos de la Unión. En el
año1900 se fundó el Congreso Social Obrero, organización que aglutinaba a más
de 150 sociedades obreras, y en el año 1909 surgió la Federación Obrera de
Chile (más conocida por su sigla FOCH).
La organización de los trabajadores en las oficinas
salitreras dio paso a la aparición de la denominada “prensa obrera”, la que
consistía en periódicos dirigidos a los mineros y que entre sus principales
mensajes difundían la idea de la huelga como una herramienta de lucha contra la
explotación y como medio de presión para obtener mejoras en sus prácticas
laborales. Debido a la inexistente legislación laboral, las huelgas eran de
carácter ilegal y eran violentamente reprimidas por las fuerzas policiales y
por los servicios de guardias contratados por los dueños de las salitreras.
La represión contra las manifestaciones obreras y en
especial contra las huelgas fue una constante del periodo que analizamos y las
fuentes periodísticas dan cuenta de una considerable suma de enfrentamientos
entre grupos de obreros y fuerzas policiales, e incluso algunas veces, contra
contingentes compuestos por elementos militares.
En el año 1903, durante la huelga de los estibadores y
obreros portuarios, las fuerzas policiales enviadas por el gobierno regional a
romper el movimiento obrero, asesinaron a cerca de 50 manifestantes; en el año
1905, a instancias de la “huelga de la carne” ocurrida en la ciudad de
Santiago, las fuerzas policiales cobraron 70 víctimas entre los obreros; sin
embargo, el hecho más controversial que sacudió a la sociedad chilena fue la
“matanza de la Escuela de Santa María” acaecida en el año 1907, como corolario
de una masiva huelga protagonizada por los trabajadores de las salitreras de la
provincia de Tarapacá. Las cifras oficiales hablan de una cifra cercana a los
500 muertos, aunque otras fuentes señalan que el número de víctimas de la
represión militar se elevó por sobre las 2.000 personas.
Por el contrario, gracias al auge económico que propició la
elevada demanda de salitre, las clases dominantes atravesaban por una realidad
absolutamente opuesta a la trágica realidad que debía enfrentar el grueso de
los trabajadores chilenos en las ciudades y en las oficinas salitreras. Los
sectores dominantes de la sociedad chilena fueron los principales beneficiados
del boom del salitre y gracias a sus vinculaciones con la industria minera y la
industria agropecuarias sus fortunas aumentaron enormemente. “El no ignoraba que había en la capital muchísimos señores que se
daban una vida magnífica, gracias al trabajo obscuro y rudo de los que en el
fondo de las provincias consagraban todas sus energías a la tierra, pendientes
de la temperatura, de los insectos, de los vientos y las heladas, batallando contra enemigos
implacables”[7].
La gran cantidad de recursos de que disponían los
acaudalados empresarios chilenos les permitieron construir enormes y fastuosas
mansiones y palacetes, los cuales generalmente eran amoblados con mobiliario
importado desde Europa. La práctica de consumir productos de lujos europeos se
extendió a la educación y comúnmente los hijos de los miembros de la clase
dominante eran enviados a completar sus estudios a Francia.
Junto a la emergencia del proletariado industrial sometido a
pésimas condiciones de vida y trabajo, y a la extraordinaria bonanza que
experimentó la oligarquía minera y agrícola, en el periodo de la República
Salitrera comenzó a consolidarse un estrato social que había mejorado sus
condiciones, principalmente, gracias al aparato público de educación, el que
tradicionalmente ha sido denominado clase media. En efecto, la clase media en
este periodo aumentó su número debido al crecimiento del sistema educativo, y
coyunturalmente, por causa de la expansión del aparato administrativo.
El complejo panorama social de Chile en el
periodo que marco el paso del siglo XIX al siglo XX fue enfrentado de forma
tibia y débil por los respectivos gobiernos que dirigieron al estado chileno.
En materia laboral sólo se realizaron tenues esfuerzos por mejorar las
paupérrimas condiciones en que se debían desempeñar la mayor parte de los
trabajadores nacionales; en el caso de las oficinas salitreras, las iniciativas
estatales destinadas a detener los abusos a los que estaban sometidos los
trabajadores del salitre, fueron nulas debido a la alta influencia de los
empresario salitreros en las políticas gubernamentales, ya que su industria representaba
más del 90% de las entradas fiscales, por medio del pago de impuestos
aduaneros.
Como señalamos recién, las iniciativas del estado en materia
social fueron casi inexistentes y se limitaron a un conjunto de disposiciones
puntuales y descontextualizadas que no afectaron mayormente la suerte de los
trabajadores del país. Entre estas disposiciones podemos mencionar a la
denominada “Ley de Habitación Obrera”, dictada en el año 1606; la “Ley de la
Silla”, promulgada en 1915; y finalmente a la ley de Accidentes del Trabajo y
la ley de Descanso Dominical, ambas del año 1916.
[1] Alberto Romero. La viuda del conventillo; Editorial Quimantú, 1971. P. 45
[2] Alberto
Romero. La viuda del conventillo; Editorial Quimantú, 1971. P. 41
[3] Pedro Prado. Un juez rural; Editorial Andrés Bello, Santiago, 1980. P. 37
[4] Joaquín Edwards Bello. El roto; Editorial Universitaria, 1981. P.
[5] Augusto D'Halmar. Juana Lucero; Editorial Zig-Zag, 1974. P. 115
[6] Baldomero Lillo. Sub-terra
[7] Silva, Víctor Domingo. Golondrina de Invierno. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile 1999. Pág 68
[6] Baldomero Lillo. Sub-terra
[7] Silva, Víctor Domingo. Golondrina de Invierno. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile 1999. Pág 68
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